Remato esta serie de entradas con otro homenaje a Star Wars. Y es que en muchas ocasiones he usado el blog para desahogarme de la frustración o el malestar que siento con mi forma de tocar, o con mi proceso de aprendizaje y los avatares que siempre ha implicado aventurarme en un instrumento y un estilo del que carezco una figura próxima que me guie...Lo sé, uso mucho este derrotero cuando estoy banjo de ánimo).
De modo que esas entradas cumplen su función, me desahogo, descargo mi rabia en un par de párrafos y centro mi atención hacia el futuro incierto, bajo el amparo de vídeos y audios que me inspiran y que al mismo tiempo me generan envidia. Y al día siguiente saco el banjo del estuche, enciendo el metrónomo, afino las cuerdas, y practico lo que tenga proyectado para el día. Es el paso del tiempo en operación y así, ya embebido en la práctica, sigo revisando las problemáticas que me aquejan, y asumo los retos en los que ande metido, hasta encontrar el equilibrio perdido y llegar al punto que me lleva a colgar entradas positivas como esta, un nuevo ciclo, una nueva esperanza.
El famoso problema de alguna forma sigue ahí, después de todo es algo que surge de mis dedos, pero aquellos también me están indicando el camino, y tras un par de modificaciones en la postura de la mano, en agudizar mis sentidos, siento que volví a la senda que me agrada, con sus errores y desafíos, pero en un balance atacable. Y allí estoy, trabajando nuevos ejercicios del libro de Grimshaw, puliendo temas nuevos que aprendí y que pienso colgar pronto en mi canal de Youtube.
Como en tantas ocasiones, y por eso, adoro tanto a mi instrumento, sigo adelante, luchando.
Una pequeña selección de mis ejercicios favoritos de la primera parte del How to excel on the banjo. Con suerte, en un par de semanas ya habré terminado de aprender todos los ejercicios de la segunda parte
Esta es una entrada que ciertamente no estaba en mi cabeza hace unos pocos días. En realidad iba a compartir otro tema de The Kruger Brothers, que de igual forma comparto, el cual me encanta y me motiva (o desmotiva) dependiendo del contexto y el estado de ánimo en el que me encuentre. También iba a hablar sobre que estoy a mitad de un "reto" compartido por Instagram, y lo pongo así porque practicar durante cien días seguidos es algo que no me es ajeno y más que hacerlo, el reto personal consiste (a pesar de todo sigo y seguiré) en pensar qué contenido compartir ya que por suerte las rutinas de práctica se han vuelto muy variadas e interesantes.
Como un preludio, de este estado-no estado en el que me encuentre, el algoritmo no me mostró el vídeo exacto del tema...En fin..
Pero algo pasó esta semana. O bueno, ese algo estaba latente desde que retomé el banjo a finales de marzo. El hiato en el que anduve desde septiembre del año pasado sabía que me pasaría factura, y así fue, porque la agilidad deseada no estaba en ambas manos, ciertos patrones rítmicos se habían embolatado, y la memoria me hacía malas pasadas en la medida que evaluaba el repertorio o los ejercicios que venía practicando antes del parón. Sin embargo, estos son detalles que ya esperaba y que asumí con tranquilidad (resignación también), sabiendo que recorría el camino de alguien que debe aprender a caminar tras un accidente complejo. Y en la medida que fueron pasando los días, incluso ya sumergido en este reto de los 100 días, el repertorio fue recuperado, los ejercicios también, e incluso me empecé a sumergir en nuevos temas, de forma lenta claro. Pero estaba el algo allí latente, en mi mano derecha exactamente, y a fuerza de escucharme en vídeos diarios, de sentirlo en cada compás, entendí que estaba pasando lo indeseado. Y es díficil de explicar, al menos a los demás, pero ese algo consiste en que mi mano derecha se siente ajena, y hace ruidos con el resonador que no hacía antes (y estoy seguro de eso porque la zozobra me ha llevado a escucharme en vídeos antiguos, los cuales ahora se sienten tan bellos en su sencillez) y también siento que los dedos se chocan entre ellos, que sabotean los patrones que me indica el tema o el ejercicio.
Como este, el último estudio para banjo que he logrado sacar a flote, estoy yo, algo perdido en la niebla
Entonces fui consciente que iniciaba un juego mental, porque claro, son aspectos técnicos, la postura tal vez, la ausencia de callos en los dedos meñique y medio, de pronto la superficie gastada del resonador. Habían varias opciones, y por ende seguí trabajando, pero no de forma rígida, sino procurando prestar atención a todo momento, y supongo que esa concentración extra, me llevó a un estado que tal vez, o mejor dicho, con seguridad experimenta un músico, en la búsqueda del mejor sonido, la mejor interpretación. Simplemente sentí que colapsé, que el tiempo, que los arpegios, que la mano izquierda estuviera bien, que seguia el ruido en la derecha, que me perdía....Y caí en un pozo donde ahora me encuentro, escribiendo esto, después de practicar dos horas como normalmente lo vengo haciendo, pero una práctica rarísima, en la que fui incapaz de tocar bien algo del repertorio más simple, y en cambio recurrí a un tutorial que no tengo impreso, con la idea de distraer la cabeza y por supuesto, no oxidarme más. Todos estos días he jugado con el repertorio, los tiempos, las dificultades, en un intento por salir a flote, y tuve momentos buenos, avances, y me divertí haciéndolo, sé que sí, pero al mismo tiempo esa amenaza fantasma dejó de serlo y está aquí, conmigo, y no sé qué pensar, no hoy...
Siempre me he considerado una persona muy cerebral (demasiado, a veces), y algo que me fascina del banjo es que me ha permitido ser más sensible, explorar esa faceta y gozarla. Pero este algo, sé que es algo de técnica y no lo arreglo con un "diviertete tocando, abraza la música". Francamente no sé bien qué hacer (jaja eso de no tener profesor ciertamente no ayuda un carajo) y es curioso cómo en un nivel tal vez muy banal, esta situación la siento como cuando a alguien con problemas psicológicos le dicen "no te preocupes, todo va a salir bien, actitud positiva". O tal vez esto sí sea mental, y eventualmente recupere el sonido que sé que he tenido, con el aliciente de que mi agilidad en las manos ha aumentado, que la musicalidad es más clara muchas veces.
Por el momento, descansar, y seguir explorando mis manos en las próximas prácticas. Seguir adelante, como siempre lo he hecho, sin importar el destino. Y así suene melodramático, seguir la luz de aquellos faros que me tienen tocando banjo desde ya tantos años...