Titulado como un restaurante en Bucaramanga (hasta ahí la publicidad), es ya clásico decir que estuve embolatado en un sinfín de situaciones personales y académicas en estos meses y por ende las actividades del blog quedaron en una especie de coma inducido, uno dónde el paciente tenía signos pero el que de pocos se acordaban. El blog vive, el bloguero por suerte, también... Lo antiguo es decir que este tipo de situaciones no se repetirán; difícil. De tal forma que sobran más explicaciones y promesas que a veces sé que no podré cumplir. Lo realmente importante es que el proceso banjero continua, que me llena cuando le brindo el tiempo necesario y que quedan muchos sueños por cumplir y sorpresas por revelar. Hablando de estas y sin más preámbulos, la sorpresa decembrina (¡narrada dos meses después!...en fin, la autocrítica nunca sobra):
Recién desempacado de mi periplo patagónico (nada memorable dentro de lo banjero, me temo...¡muy locho!) me encontré con la agradable sorpresa de escuchar el CD de John Bullard del que les comentaba en mi entrada anterior (Holoceno temprano...espero recuperar el ritmo con las entradas!). Este llegó dos días después de mi partida de Bucaramanga y por embolates míos y de los de la casa, no recordaba que me lo había ganado, ¡ni ellos de avisarme que ya había llegado!.
¿Impresiones? Un trabajo sencillamente genial, el cual disfruté en escucharlo de cabo a rabo. No me cansaré de decir que las posibilidades del banjo, como todo instrumento, son infinitas y realmente el meollo del asunto radica en la dedicación del interprete y la versatilidad de su cabeza. Espero poder compartir impresiones en alguna oportunidad con John o al menos asistir a un recital suyo...Me gané un CD del hombre por Internet, entonces !soñar no cuesta nada! Mientras no duermo, ¡a practicar!
Chevere escucharlo
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